Antecedentes
El filósofo y matemático Tales de Mileto en el siglo V antes de Cristo observó que un
trozo de ámbar, después de ser frotado con una piel de animal, adquiría la
propiedad de atraer cuerpos ligeros (como trozos de paja y pequeñas semillas).
Tuvieron que pasar
varios siglos antes de que William Gilbert publicara en 1600 su obra De
Magnete, en la que realiza el primer estudio científico del magnetismo.
Este científico observó que algunos otros cuerpos se comportan como el ámbar al
frotarlos, y que a atracción que ejercen se manifiesta sobre cualquier otro
cuerpo, aun cuando no sea ligero. Desde entoces Wlilliam Gilbert comenzó a
utilizar el término de electricidad con lo cual surgieron las expresiones
“Electricidad, ”, “Electrizar”, “Electrización”, etc . Este fue el punto de
partida de la electricidad cuyo estudio y desarrollo durante los siglos XVII y
XVIII se limitó únicamente a los fenómenos electrostáticos. Ya en la
época moderna surgieron los gabinetes de física y con ellos los primeros
modelos de máquinas eléctricas, fuentes productoras de grandes cantidades de
carga eléctrica.
Desde que Otto von Guericke construyó en la segunda mitad
del siglo XVII su máquina eléctrica, primer ingenio de estas características,
son numerosos los modelos y diseños que los diferentes investigadores llevaron
a la práctica con éxito.
Dos investigadores aportaron una contribución esencial a
la electrostática: Stephen Gray (1670-1736) descubrió la electrización
por influencia (por frotamiento) y la conductividad eléctrica; por su
parte, Du Fay (1698-1739) reveló la existencia de dos electricidades de
diferentes naturalezas, que llamó “resinosa” (negativa) y “vítrea” (positiva).
Un discípulo suyo, el abate Nollet (1700-1770), se hizo famoso
popularizando experimentos de electrostática: hacía que las chispas crepitaran
en los salones de la alta sociedad, donde las damas hacían cola para ser
electrizadas por el abate. El entusiasmo se desbordó cuando apareció el primer
condensador eléctrico, capaz de almacenar la misteriosa energía: una simple
botella con agua con tapón atravesado por un clavo, la Botella de Leiden. Este
dispositivo parece haber sido inventado simultáneamente, en 1745, por Ewald
G. von Kleist (1700-1748) y Petrus van Musschenbrock (1692-1761),
profesor de la Universidad de Leiden.
Años después, en el siglo XVIII Benjamín Franklin,
un científico norteamericano, propuso una teoría para explicar los fenómenos
eléctricos que se derivaban del frotamiento. Cuando se frota una sustancia
como el vidrio, dicho
cuerpo gana “fluido eléctrico” y queda cargado
positivamente (+). En el caso del ámbar, pierde “fluido eléctrico” y queda
cargado negativamente (-). Franklin fue, entonces, el primero en hablar de
cuerpos cargados positiva y negativamente.
La explicación actual del fenómeno se basa en la Teoría atómica de la materia. Los electrones –partículas
cargadas negativamente– giran alrededor del núcleo del átomo, específicamente
en la corteza o envoltura del átomo. El átomo puede ganar o perder electrones.
Si pierde electrones su carga será positiva, por pérdida de partículas
negativas; si gana electrones, su carga será negativa, por ganancia de
partículas negativas.
El electrón fue descubierto por Joseph J. Thomson.
En el siglo XIX aparece una nueva forma de electricidad. Alessandro Volta consiguió en 1800, gracias a su pila,
producir corrientes eléctricas de manera continua. Éste es el origen de la
electrodinámica, con el que se abre todo un mundo de experiencias. En 1820 Hans
Christian Oersted demostró experimentalmente la relación entre electricidad y
magnetismo. Es en este momento cuando surgen las primeras nociones acerca del
electromagnetismo, cuyo desarrollo ha permitido algunos de los mayores avances
tecnológicos de la humanidad.
Los alimentos también almacenan energía química y mediante éstos los
organismos obtienen la energía necesaria para vivir, es decir, para formar y
renovar tejidos, mantener su temperatura, realizar trabajo muscular, etcétera.
Los alimentos contienen nutrientes
tales como los carbohidratos, los lípidos
(grasas), las proteínas y las vitaminas, a los cuales se les denomina biogenésicos
(por ser de origen orgánico); otros nutrimentos de origen inorgánico son el
agua y los minerales como el sodio, el fósforo, el azufre, el cloro, el
cobalto, el manganeso y el zinc.
Durante
generaciones se hicieron estudios y se descubrió que los alimentos también son
capaces de conducir electricidad. Dependiendo de la composición de los
alimentos se podrá en menor o mayor
proporción conducir y generar energía eléctrica. El ingenio del hombre ha
llevado a producir la energía a partir de los alimentos, sin embargo no es
capaz de hacerlo a nivel industrial para suministrar energía a millones de
personas ya que no es posible los metales dentro de los alimentos se oxidan
liberando.
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